Recordando a Waldo Emerson


Ralph Waldo Emerson fue un escritor, filósofo y poeta estadounidense nacido el 25 de mayo de 1803 en Boston.
El padre de Ralph Waldo Emerson era un pastor o clérigo unitarista que murió cuando su hijo tenía ocho años dejando a su familia en una absoluta pobreza, de la que salieron aceptando la caridad y admitiendo huéspedes. Su madre se las arregló sin embargo para que todos sus hijos pudieran ser admitidos en la Universidad de Harvard con becas, y allí fue a parar Ralph Waldo cuando contaba catorce años. En la universidad empezó su famoso Diario, que será la base de donde extraerá sus obras posteriores, desde sus sermones hasta sus conferencias y ensayos. Tras obtener su título con un expediente académico mucho más discreto que los de sus hermanos, ayudó a uno de ellos en una escuela de señoritas que había establecido en la casa de su madre. Cuando su hermano William partió a Gotinga para hacer estudios de teología, Emerson asumió la dirección de la escuela, lo que aseguró su manutención largos años y le dejó tiempo suficiente para estudiar teología y convertirse asimismo en pastor unitario en 1829, antes de dimitir en 1832 tras un conflicto con los dirigentes de esta iglesia, pues había dejado de creer en que la comunión fuese un sacramento y no quería seguir administrándola. A su vez Emerson dejó de creer posible el fundamentar la religión en pruebas empíricas. Y, entre otra cosas, poco después perdió a su amada mujer, Elena Louisa Tucker, que falleció en febrero de 1831.
Emerson hizo un largo viaje por Europa entre 1832 y 1833, donde conocerá a los poetas lakistas del primer Romanticismo inglés, William Wordsworth y Coleridge; también a los filósofos John Stuart Mill y Thomas Carlyle; con este último y con Max Müller mantendrá una activa correspondencia. Sobre estos viajes imprimirá su libro de viajes English Traits ("Rasgos ingleses", 1856). A su vuelta abogó públicamente en favor del abolicionismo.
En 1835, Emerson compró una casa en Concord (Massachusetts), y se volvió rápidamente una de las personalidades de la ciudad. Allí entabló gran amistad con el filósofo anarquista Henry David Thoreau, a quien propuso en el otoño de 1837 que escribiese un diario, lo que Thoreau acometió con entusiasmo durante lo que le restaba de vida.
Publicó de forma anónima su primer libro, Nature, en septiembre de 1836; en él exponía los fundamentos de su filosofía; el 31 de agosto de 1837 pronunció un discurso en la sociedad Phi Beta Kappa, "El estudiante americano", en el que proclamaba la independencia literaria de los Estados Unidos y recomendaba vivamente a los americanos crear su propio estilo de escritura, liberado del europeo. Luego recogió algunos de estos trabajos, discursos y conferencias en su primer libro de Ensayos (1841). Insólitamente para tratarse de un producto filosófico de origen norteamericano, pronto se tradujeron al francés y al alemán.
Emerson perdió a su hijo Waldo por la escarlatina en 1842. Su dolor le inspiró dos obras mayores: el poema Threnody y el ensayo Experience. En 1855 escribió una entusiasta carta de alabanza a Walt Whitman por su libro Leaves of grass, Hojas de Hierba. Y agregar que la filosofía de Emerson inspiró poderosamente a Whitman.
Influido por la filosofía racionalista y romántica alemana que conoció a través de Carlyle y por el Hinduismo que le hizo estudiar su amigo Max Müller, Emerson proponía el Trascendentalismo, una vía intuitiva basada en la capacidad de la conciencia individual, sin necesidad de milagros, jerarquías religiosas ni mediaciones. Después participó con otros intelectuales en la fundación de la revista The Dial, cuyo primer número salió en 1840 para ayudar a la propagación del Trascendentalismo. Posteriormente en 1846 publicó Poemas y El sentido de la vida en 1869, el cual fue el primero de sus libros en obtener un éxito inmediato.
La filosofía de Emerson es típicamente liberal: potencia los valores del individuo y del yo, es afirmativa, vitalista y optimista. De ahí las alabanzas que mereció por parte de pensadores como Friedrich Nietzsche y otros. Es considerado uno de los primeros ensayistas norteamericanos.
Emerson muere el 27 abril de 1882 en Concord.


Frases de Waldo Emerson

Si sientes que todo perdió su sentido, siempre habrá un ¨te quiero¨, siempre habrá un amigo. Un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta

El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene.

Todo hombre es sincero a solas; en cuanto aparece una segunda persona empieza la hipocresía.

El destino del genio es ser un incomprendido, pero no todo incomprendido es un genio.

Aunque viajemos por todo el mundo para encontrar la belleza, debemos llevarla con nosotros para poder encontrarla.

La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito.

Jamás ha habido un niño tan adorable que la madre no quiera poner a dormir.

Todo hombre que conozco es superior a mí en algún sentido. En ese sentido, aprendo de él.

Abandonar puede tener justificación; abandonarse, no la tiene jamás.

El hombre grande es aquel que en medio de las muchedumbres mantiene, con perfecta dulzura, la independencia de la soledad

No ha aprendido las lecciones de la vida quien diariamente no ha vencido algún temor.

Llamamos destino a todo cuanto limita nuestro poder.

La pobreza consiste en sentirse pobre.

Grabad esto en vuestro corazón: cada día es el mejor del año.

El hombre es un pedazo del universo hecho vida

¿Cuál es la tarea más difícil del mundo? Pensar.

Lo que más necesitamos es una persona que nos obligue a hacer lo que sabemos.

Odio las citas, dime lo que sabes.

Medite al atardecer, mirando las estrellas y acariciando a su perro, es un remedio infalible.

Nadie debe viajar hasta que no haya aprendido el idioma del país que visita. De lo contrario se convierte voluntariamente en un bebé, tan indefenso y ridículo.

Nunca haga aquello por lo que no quiere que se le conozca.

La sociedad es en todos los sitios una conspiración contra la personalidad de cada uno de sus miembros.

Woody Allen presentó su nueva película en el Festival de Cannes.



You Will Meet a Tall Dark Stranger, su largometraje número 41, no lo encuentra en su mejor forma como cineasta, pero Woody se lució ante la prensa como un stand up comedian.

Por Luciano Monteagudo

“Mi perspectiva de la vida siempre ha sido la misma: tengo una visión muy agria, muy negativa. Desde mi adolescencia pienso que la vida es una experiencia oscura, dolorosa, dañina. Y que la única manera de ser feliz es mentirse, engañarse a uno mismo. No soy el primero en decirlo: ya lo dijeron Nietzsche, Freud, Eugene O’Neill. Lo dijeron antes y mucho mejor. Si uno mira la vida de frente, con honestidad, es algo intolerable.” Quien habla de esa manera, más en serio que en broma, a pesar de las risas del auditorio, es Woody Allen, que ayer llegó al Festival de Cannes a presentar, fuera de competencia, su nueva ¿comedia?: You Will Meet a Tall Dark Stranger, su largometraje número 41.

Siempre se supo de esta concepción de la vida de Allen, con la que él ha venido divirtiendo al mundo desde los tiempos de Dos extraños amantes, hace ya más de treinta años. Pero se diría que Woody está últimamente –desde Match Point y El sueño de Cassandra– más pesimista que nunca. Sus personajes se han vuelto más cínicos, más egoístas, más dañinos, capaces de matar por mera ambición incluso. Y sus películas, hay que reconocerlo, no se han vuelto necesariamente mejores.

Es el caso ahora de este vodevil triste y desesperanzado que vino a lanzar en la vidriera de Cannes y que no lo encuentra precisamente en su mejor forma.

Como tantas otras veces en su obra, en You Will Meet a Tall Dark Stranger también hay una multiplicidad de personajes, parejas y matrimonios de distintas edades, que deben lidiar con sus frustraciones, sus amores contrariados, sus deseos insatisfechos y sus pequeñas mezquindades, que en este caso no llegan a ser particularmente graves. Ni tampoco causan demasiada gracia. Las escasas risas y el tibio, apenas respetuoso aplauso que recibió ayer la película en su primer pase de prensa en la sala de Grand Théâtre Lumière no hicieron sino reflejar la falta de pulso y el decaimiento general de la película.

De hecho, fue mucho más rica y entretenida la conferencia de prensa, en la que Woody –pese a un resfrío que lo dejó al borde de la disfonía– se comportó un poco como aquel stand up comedian que fue en sus comienzos, un personaje que nunca llegó a abandonar del todo. Rodeado por parte del elenco de su nueva película –Naomi Watts, Gemma Jones y Josh Brolin– disparó algunos de esos oneliners, esas frases cortas y punzantes que son parte del oficio y que él improvisa con la naturalidad de quien lleva ya muchos años arriba del escenario.

“Mi relación con la muerte sigue siendo la misma: me opongo terminantemente”, lanzó cuando un periodista le preguntó por uno de los temas de la película. Salió también entonces el tema de la vejez y hubo quien recordó que el día anterior había estado por aquí, presentando su nueva película, el gran maestro portugués Manoel de Oliveira, de 101 años. “¿Llegar a los cien años? Si yo pudiera llegar a la edad a la que llegó Oliveira de la manera en que él lo hizo, me encantaría, por supuesto. Pero lo que no quisiera es llegar en silla de ruedas, ni babeando por ahí.”

Y siguió con el tema: “Volverse viejo no es ningún negocio. No hay ninguna ventaja en eso. Ahora tengo 74 años y les puedo asegurar que uno no se vuelve ni más inteligente, ni más sabio, ni más dulce, ni más amable. Nada bueno sucede. Te duele más la espalda, tenés más indigestiones, empezás a perder la vista, hay que usar audífonos... Insisto: volverse viejo es un mal negocio. Yo les aconsejaría que lo evitaran si pudieran”.

Según Allen, además, en el cine ser viejo no tiene ninguna cualidad heroica ni romántica: “En las películas, los personajes mayores de edad son abuelitos, viejos gruñones o el portero de la entrada de artistas de un teatro. Mejor es ser el muchacho de la película y quedarse con la chica”.

¿Es por eso que ya casi no trabaja como actor? quiso saber alguien. “Sí, claro. Durante años interpreté a los protagonistas románticos, pero después ya no lo pude hacer, porque me volví demasiado viejo. Y no tiene ninguna gracia actuar si uno no se queda con la chica. Pueden imaginarse lo frustrante que es cuando hago estas películas con Scarlett Johansson o Naomi Watts y son otros quienes se quedan con ellas. Yo sólo soy el director, ese viejo que está sentado ahí atrás. Y eso no me gusta. Yo quiero ser el que está sentado delante de ellas en el restaurante, mirándolas a los ojos y diciéndoles piropos y mentiras. Si ya no puedo hacer eso, bueno, ya no le encuentro la gracia a eso de aparecer delante de la cámara.”

(Extraído del diario Página 12)