
Dharma es una palabra sánscrita que significa ‘religión’, ‘ley natural’, ‘orden social’, ‘conducta adecuada’ o ‘virtud’.
Se utiliza en casi todas las doctrinas y religiones de origen védico (las religiones dármicas), como el hinduismo (llamado por los hindúessanátan dharma, la ‘eterna religión’), el budismo, el yainismo y el sijismo.
Dharma tiene varios significados, como ‘algo establecido o firme’, figurativamente: ‘sustentador, apoyo’ (en el caso de deidades) y en sentido más abstracto, es similar al término griego nomos, ‘norma fija, estatuto, ley’.
El término aparece ya en el Átharva vedá (I milenio a. C.) y en el sánscrito clásico. En idioma pāli toma la forma dhamma (como se utiliza muchas veces en el budismo). Algunos budistas dicen que dhamma significa ‘camino de las grandes verdades’.
En el hinduismo, el dharma es la ley universal de la naturaleza, ley que se encuentra en cada individuo lo mismo que en todo el universo. A nivel cósmico esta ley se concibe manifestada por movimientos regulares y cíclicos. Por este motivo se simboliza al dharma como una rueda (dharma-chakra: ☸) que torna o gira sobre sí misma. Este símbolo es el que se encuentra en la bandera de la India.
A nivel del individuo humano, el dharma adquiere una nueva acepción: la del deber ético y religioso que cada cual tiene asignado según su determinada situación de nacimiento.
Existen varios textos acerca del tema del deber, llamados genéricamente Dharmasastra, entre los que se incluyen las Leyes de Manu.
Los hindúes no llaman «hinduismo» a su religión, sino sanatana dharma, que se traduce como ‘religión eterna’.
Dentro del budismo la noción del dharma (entendido como doctrina) se dividió para su mejor comprensión en las llamadas Tipitaka:
sutras (enseñanzas del Buda Siddharta Gautama mismo);
vinayas (reglas monásticas proporcionadas por Buda); y
abhidharma (comentarios y discusiones sobre los sutras y vinayas por los sabios de períodos posteriores).
Estos tres conjuntos de escritos conforman el Canon Pali o también tal cual se ha dicho llamado Tipitaka. El dharma es uno de las llamadas tres joyas (mani) o tesoros del budismo junto con Buda y Shanga.
Es por esto que la mención de la palabra dharma es frecuente entre los budistas, ya que constituye uno de los principales elementos de la llamada «fórmula del triple refugio»:
En la shanga [‘comunidad’] me refugio
en el dharma [‘doctrina’] me refugio
en el Buda me refugio
y por ellos actúo.
Ley de Karma y Darma
Ante todo es necesario que entendamos lo que es la palabra sánscrita Karma. No está de más aseverar que tal palabra en sí misma significa Ley de Acción y Consecuencia. Obviamente, no existe causa sin efecto, ni efecto sin causa. Cualquier acto de nuestra vida, bueno o malo tiene sus consecuencias.
Es indubitable que el Ego comete innumerables errores cuyo resultado es el dolor. Pensemos por un momento en las muchedumbres humanoides que pueblan la faz de la Tierra. Sufren lo indecible víctimas de sus propios errores; sin el Ego no tendríamos esos errores, ni tampoco sufriríamos las consecuencias de los mismos.
Lo único que se requiere para tener derecho a la verdadera felicidad es ante todo no tener Ego. Ciertamente, cuando no existen dentro de nosotros los agregados psíquicos, los elementos inhumanos que nos vuelven tan horribles y malvados, no hay Karma por pagar y el resultado es la felicidad.
Es una metáfora frecuente afirmar que cuando Buda enseñaba, estaba haciendo girar la rueda del Dharma.
El primer aspecto de la enseñanza de Buda se centra en las cuatro verdades nobles, y las tres características de la existencia:
duhkha, que se ocupa de las cuatro verdades nobles,
anica, que es el principio de fugacidad que está detrás de todo y,
anatman, que es la noción de que no existe un yo permanente y duradero.
Las Cuatro Verdades Nobles

Históricamente, se sitúa el origen del budismo en el norte de la india, probablemente en el s. VI o V a.C., cuando Siddhartha Gautama, alcanzó la "iluminación", o la verdad última mediante la cual los seres humanos se libran del ciclo de renacimientos. Buda significa pues "iluminado" y enseña a los otros el modo de liberarse de las sucesivas encarnaciones y el sufrimiento.
Buda se consideraba a sí mismo como un médico que diagnosticaba la enfermedad y prescribía una cura que las personas pudieran aplicarse a sí mismas. Así, señaló el recto camino a seguir. Había crecido en el seno de una dinastía real, al abrigo de los sufrimientos del mundo, pero al salir del palacio en su carro, vio a un hombre enfermo, a un anciano y a un cadáver. Perturbado por su visión de lo que le esperaba en el futuro, pensó en liberarse de ese destino y cuando en otra salida vio a un demacrado asceta religioso abandono a su mujer e hijo para entregarse al ascetismo indio. Durante todo ese período, alcanzó todas las metas que la más severa disciplina permite alcanzar, pero nada era suficiente para escapar del mundo del sufrimiento y la muerte. Desesperado se sentó en Bodh Gaya, bajo el árbol Bodhi donde pasó a través de los cuatro estadios de dhyana/jhana, o trance meditativo, y alcanzó finalmente la iluminación. No obstante haber decidido inicialmente permanecer allí, "viendo todas las cosas como ellas realmente son", el dios hindú Brahama lo persuadió de que enseñara a los demás las verdades que hasta los dioses ignoran.
Lo que Buda vio puede resumirse en las Cuatro Verdades Nobles, que son:
1. Toda existencia es dukkha, insatisfactoria y llena de sufrimiento
2. Dukkha surge de tanha y vehemente deseo que significa un permanente esfuerzo por hallar algo estable en un mundo transitorio
3. Dukkha puede cesar totalmente, esto supone alcanzar el nirvana
4. El nirvana puede alcanzarse a través de un Óctuple sendero, aún sin un orden determinado.
Cada uno de éstos ocho pasos es designado como "recto" (samma):
1. Comprensión recta
2. Comportamiento recto
3. Discurso recto
4. Conducta recta
5. Existencia recta
6. Esfuerzo recto
7. Memoria recta
8. Concentración recta
La comprensión recta incluye la comprensión vital de "surgimiento condicionado" u "origen dependiente" tema central de la compresión budista. Es una cadena de doce eslabones que explican de qué manera están conectadas entre sí todas las cosas, como surgen el error y el aferrarse al error y cómo, si a cadena es transitada sin inconvenientes, se alcanza el nirvana.
Según esta creencia, las cosas existentes dependen una de las otras, y sólo es nirvana es independiente de ellas.
Nacido en la India, el Buda acepto el contexto general de la cosmovisión india, pero modificó sustancialmente muchas otras. Si bien aceptó la reencaración como subsidiaria del karma, su significado profundo fue que no hay alma (atman) que pueda renancer porque en nada hay permanencia. Solo existe la secuencia de un momento de aparición que da origen a otro siguiente, de modo que la muerte representa simplemente una nueva forma de apariencia, como ser humano o como animal, en el cielo o en el infierno. Hasta los dioses, hay muchos, no son sino formas temporarias de apariencia.
El nirvana, debe entenderse como el rechazo del deseo y el desapego a la materia. Así, el nirvana puede alcanzarse en esta vida aún cuando residuos karmáticos pueden perdurar por algún tiempo.
Después de haber alcanzado la iluminación, Buda se dedicó a la enseñanza viajando con un grupo de seguidores. De allí surgio el budismo de los monjesbhikkhu/bhikshu la vid en comunidad (sangha) y la conexión con los laicos que proveen a los monjes lo necesario para su sustento material, mientras éstos los retribuyen con sus enseñanzas espirituales y les confieren dignidad para ellos y sus antepasados. Así, el budismo se resumen en las Tres Gemas:
1. Me refugio en Buda
2. Me refugio en la enseñanza (drama/dhamma)
3. Me refugio en el Sangha
Karma. Acción y Reacción

Cuando se siembran semillas de maíz se espera recoger, al cabo de unos meses, altos y verdes maizales con mazorcas amarillas de rojizos penachos... El mundo, según como se mire, parece simple. Hay una multitud de procesos que desencadenan siempre similares resultados.
¡ Tal es lo que siembra, tal es lo que recoge ¡, y ello no nos sorprende, porque es una vieja ley natural, cotidiana pero asombrosa. Algún día triste y solitario se van los seres que queremos, tal vez por la misma vereda que vinieron, y solemos decir: es ley de vida.
Si, la vida tiene definitivamente leyes invisibles y certeras. El Dharma En la Antigüedad clásica se concebía que estamos regidos por una Ley Total, al la que los hindúes llamaban Dharma. Una ley que hace que la araña sepa cómo se tejen y disponen sus radiales telas, que la dota de instintos que tienden a protegerla y a alimentarla. Es una ley que marca el rumbo de los planetas y, por lo tanto, la secuencia de las estaciones...
Una ley total porque abarca las diversas esferas de la vida: la materia física, los objetos aparentemente inertes y los cuerpos; la energía que la recorre, ya sea eléctrica, magnética, lumínica, calórica, y las subleyes físicas que las regulan y reúnen: las sensaciones, los instintos, las pasiones y las emociones, que desatan móviles y pujantes fuerzas psíquicas: los pensamientos concretos, especuladores y egoístamente interesados; las más elevadas ideas de fraternidad y dación; los más altos grados de bondad y profundidad mística y la más honda voluntad de Ser.
Para esta concepción clásica todo el Universo evoluciona hacia algún lugar, está caminando y tiene un sentido. Esta ley es, pues, una guía, un rumbo que lleva a la Naturaleza hacia su propia , que nos lleva de la mano pero no nos determina ni nos obliga. Las aves emigran según rumbos trazados por ellas previamente, pero una vez asentados en su conciencia grupal les impele a ser seguidos; circunstancias adversas les obligarán a alterar su camino pero no su conducta, que siempre les ha de llevar a buscar tierras cálidas.
Así, para los animales, conductas predeterminadas por las leyes naturales, auque les dejan libertad suficiente, desempeñan el papel que en el hombre ejerce una voluntad decidida. Según el propio grado de evolución se tiene más o menos libertad de criterio. Asimismo, el Dharma lleva a una gradual de unos seres respecto a otros, pues cada cual tiene un camino, un sendero de vida o shadana -como dirían los hindúes-, que al seguir lo conscientemente se hace fácil, ligero, agradable, como cuando un tronco viaja por el centro de un río sin tropiezos.
El hombre, en cambio, que más que un tronco es un chalupa, puede ir en contra de la corriente natural de la vida, remontarla, detenerse en las riberas, dejar pasar de largo su propia evolución, y hasta perder su tiempo vital, que indefectiblemente se le ha de escurrir de los dedos, sin poder retenerlo, porque los ríos al fin y al cabo siempre buscan el mar.
Pero... ¿dónde nos conduce este río de la Vida? El hombre puede ir contra la evolución que marca la Naturaleza, y, por ejemplo, querer aparecer como adulto siendo adolescente, o joven siendo ya un anciano, pero la ley natural lo empujará a su realidad. Otras veces, en cambio, puede encontrar su propia evolución cuando se enfrenta a los convencionalismos, cuando no se deja llevar por la masa, por lo establecido, cuando toma conciencia de sí mismo y se individualiza. En ese momento ha hallado su propia corriente, aquella que pone en juego todas sus capacidades de acción, de amor y de voluntad.
El propio conocimiento al enfrentarnos con la vida nos libera, y la Sabiduría es el estado final al cual tendremos gravitatoriamente, lugar en que nuestra vida se hace Ley aplicada. El Karma Según esta concepción profunda, expresada a través de la existencia de una Ley Total o Dharma, cada cual elige lo que desea vivir, y ejerce de hombre o de copia de hombre.
Según la mentalidad occidental, que tan acostumbrados nos tiene a la inconsciencia de nuestros actos, pareciera que los resultados o los efectos que provocan éstos nada tuvieran que ver con nosotros, pero la filosofía hindú nos recuerda que toda acción tiene aparejada su reacción, su efecto.
Cuando, por ejemplo, se exterminan los bosques y las diversas especies, y se altera la atmósfera con la contaminación, el cambio climático es un efecto inevitable. Y este cambio en el clima provocará inundaciones, tormentas impetuosas, olas de calor y frío desmedidas, pues es ley que todo efecto es a su vez un nueva situación creada, un nueva acción que nos lleva a nuevos efectos secundarios.
Cuando doblamos una rama inconscientemente ésta nos golpea en la frente, y cuando tenemos tiempo útil y lo desperdiciamos, al querer recuperarlo visitas o llamadas inesperadas nos interrumpen.
La Ley del Karma es la misma ley de acción y reacción que los occidentales asumimos para los fenómenos de la Física: a toda fuerza se le opone una reacción de igual fuerza y sentido contrario. Pero los hindúes amplían su visión y nos indican que afecta a todos los niveles concienciales de la Naturaleza, ya sea el físico, el energético, el emocional o el mental.